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Bienvenidos todos a La Creadora de Soles, un blog de relatos en diferentes universos, algunos son mundos que ya conocéis y otros los he creado yo, pero todos los relatos son originales (o intentan serlo).

¿Por qué el nombre? Es el título del libro en el que estoy trabajando y que quizás algún día vea la luz (crucemos los dedos)

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viernes, 27 de julio de 2012

La Reina Negra

Este relato fue publicado también en nosolofreak, está basado en el mundo de Alien
LA REINA NEGRA

La caída de un asteroide sobre la superficie de Makat no era algo extraño, sobre todo en el último año, cuyas lluvias de meteoritos producidas por el estallido de una estrella en una galaxia lejana, se iban acercando lentamente produciendo varios cráteres en la superficie del planeta.
Pero no por ello se hacía menos irresistible acercarse a una de esas pelotas humeantes y negras que quedaban hundidas varios metros en el suelo, Mithos no pudo reprimir matar su aburrimiento habitual cuidando los Namut de su padre acercándose al granero semiderruido por la colisión de la roca.
El Jockey caminó lentamente entre los escombros, fascinado, sosteniendo entre sus manos todavía el bastón alargado con el que solía guiar a su ganado. Al asomarse al agujero, el calor lo golpea en el rostro alargado y grisáceo, sin dañarle. Al mirarlo más de cerca ve que el asteroide está partido por la mitad y un líquido blanquecino comienza a correr por esa grieta abierta que termina por partirse del todo mostrando un hueco donde sin lugar a dudas descansan al menos una docena de huevos. El jockey no tiene estudios, solo es un granjero, pero está seguro que son huevos de una especie claramente más pequeña que él….
Levanta el bastón, inseguro, ¿qué debe hacer? ¿Debe romperlos? ¿Debe avisar a alguien? Mientras todos esos pensamientos cruzan su cabeza, una sombra a su espalda se mueve.
“Son más pequeños que tú, no son más que una décima parte de tu mano. No tengas miedo y piensa en sacar provecho”. Esos pensamientos cruzan su mente antes de comenzar a dar pasos hacia el exterior. Un ligero picotazo en su nuca provoca que su mano derecha la rasque, notando un pequeño abultamiento quizás producido por un insecto.

***
La criatura se mueve, ya casi no queda tejido vivo, le sorprende la vitalidad de ese cuerpo, le sorprende lo grande que es. Nota los últimos estertores, la última lucha del corazón mientras él avanza abriéndose paso hacia el exterior devorando las entrañas que le rodean. Por fin la luz golpea su piel negra, mientras escucha el grito de horror y de dolor que sale de los labios de su última comida.
No mira el cascarón que deja, simplemente estira sus piernas, sus brazos, su cabeza, abre por primera vez su boca de la que sale un grito que será lo último que escuche el granjero antes de caer en la oscuridad. Se impulsa hacia fuera y mientras sus ojos escudriñan la extraña habitación, sus oídos escuchan pasos en el exterior.
La todavía pequeña criatura se escurre entre las sombras de la habitación. La puerta se abre, los pasos son inseguros, la luz se enciende, dejando ver sobre la cama un cuerpo tendido de espaldas con un agujero en el pecho.
El Alien huele el miedo del intruso y disfruta de él. Ágilmente se mueve hasta ponerse a su espalda, aprovechando la parálisis producida por el terror de la criatura. Antes de que esta grite, cuando ya comienza a vislumbrar el ruido surgiendo de su garganta, la bestia salta sobre su cuello impulsándose sobre sus dos patas traseras mientras la boca externa se abre, y la interna se introduce entre los músculos de su presa.
Sangre, sudor, son los nuevos olores que le llegan mientras lo devora ya en el suelo.

***
La Dama Negra descansa entre sus huevos, esperando el siguiente movimiento escondida entre las sombras, oculta de la luz del sol que todavía reina fuera. La noche es su protectora, su guarda, su tablero de ajedrez, mientras el resto de figuras de la mesa, dispuesta por ella misma, le envían mensajes telepáticos que le muestran el avanzar del ejército enemigo.
“Acabad con todos ellos, traedme a su general vivo”.
No son palabras, son imágenes claras de lo que quiere, las palabras que usan otros seres le parecen absurdamente cortas, pueden crear confusión, y eso no es lo que quiere para su propio ejército, no. Mientras otros seres de la galaxia se consideran afortunados por poder hablar, ella agradece no tener que hacerlo.
El sol perfila la salida del montículo de la primera bestia que asoma su cabeza por el agujero de entrada a la madriguera, su cráneo alargado carente de ojos es lo primero que puede observarse tras su ascensión, unos segundos antes de desaparecer entre la vegetación selvática que cubre la montaña, seguida por una marabunta de seres negros grandes y letales, cada uno nacido a partir de un Space jockey.
La criatura no se detiene, ya a lo lejos pueden escuchar los pasos del enemigo, seguido por el zumbido de las maquinarias que pasan por encima de sus cabezas. El primer soldado de los Alien alza la cabeza cuando sus sensores olfativos perciben humo y calor en el aire. Un grito sale de su garganta mientras una imagen clara pasa de su mente a la del resto: Se ha declarado un incendio en alguna parte del bosque.
La alarma se extiende entre el ejército, que, sin embargo, sigue avanzando. No hay miedo por la muerte, solo un solo sentimiento: proteger a la Reina Negra y a toda su descendencia. Solo una orden que acatar: matar a todos, dejar vivo al general.
***
El general observa la montaña convertida en fuego por su propia maquinaria a través de los binoculares. Da una sola orden, levantando el brazo y pronunciando unas pocas palabras que más tarde dejarán caer sobre él el destino:
-Enviad a la infantería pesada. Que nadie salga de allí dentro.
Las órdenes se suceden a través de las comunicaciones, cadenas de palabras a través de una docena de mandos para matarlos a todos….

***
Los peones han muerto, las cenizas las arrastra el viento lejos mientras el tablero de la reina negra se extiende en la oscuridad de la noche. Las tropas montan vigilancia, los focos iluminan la montaña… el campamento base envía un mensaje al centro de mando en la capital:
“La amenaza está exterminada. Al amanecer entraremos a por la Reina Negra”.

***
El general sale a respirar el aire cargado de humo, con la satisfacción del trabajo bien hecho, camina entre las tiendas,  en silencio bajo las tres lunas que iluminan sus gestos. Sus bastas botas provocan que bajo sus pies las cenizas crujan siendo el único sonido después de una tarde de ruidos ensordecedores provocados por la artillería pesada.
“Podría escuchar eternamente este sonido” piensa al saber que muchas de esas cenizas son los restos de las criaturas que han intentado acabar con su civilización.. Sin embargo ese mismo pensamiento fugaz le hace detenerse y sus ojos grandes negros y ovalados miran a su derredor. Silencio, paz, ningún ruido, ninguna risa…. Tan solo el zumbido de los generadores que provocan la luz de los focos.
-No puede ser-susurra antes de quedarse en la completa oscuridad al apagarse de golpe todos los focos del campamento. El terror asoma a su garganta, nunca lo ha sentido, nunca ha tenido miedo, pero si en ese momento interminable en medio de la oscuridad. Nota a su espalda una respiración agitada, el aliento suave que acaricia su nuca, casi puede ver la bestia que tiene a su espalda, de hecho la ve, es una imagen muy nítida que aparece en su cabeza. Se vuelve desesperado sacando el arma de la cartuchera, disparando varias veces a la oscuridad vacía. Nota como juegan con él, como si fuera una simple marioneta. Vuelve a sentir el aliento en su nuca, antes de que la luz vuelva al campamento, trayendo consigo el caos, la oscuridad y la locura. Sus pies antes cubiertos de ceniza, ahora están cubiertos de sangre de los cuerpos de sus compañeros muertos que le rodean. Un grito de horror muere en su garganta antes de notar como una criatura le parte el espinazo sin matarlo. Cae al suelo, totalmente paralizado, mientras las sombras negras lo rodean, sonrientes. Va a morir, va a morir y lo sabe.
***
La reina negra disfruta de su miedo, de su indefensión, de su dolor, le muestra todo lo que ha hecho, lo que le ha hecho a su gente, el daño que  ha causado con el fuego a su descendencia: imágenes nítidas que espera jamás desaparezcan de su mente.
Le muestra los peones que ofreció como sacrificio, mientras por la retaguardia, por unos túneles creados por los aliens, avanzaba el grueso del ejército, rodeándoles, esperando la noche para caer sobre ellos cuando más seguros se sentían.
La dama negra abre la boca y la segunda mandíbula acaricia con placer su piel blanquecina, la baba mancha sus ropas mientras otras imágenes cruzan su cabeza: un mensaje para sus jefes. Sin embargo, por si acaso, solo por si acaso, la voz de la reina se deja escuchar por primera vez, neutral, ensordecedora, estridente:
-Diles que tenemos una interesante oferta que hacerles, no tenemos porque ser enemigos, podemos ser buenos amigos, nadie más tiene porque morir. Solo ayudadnos con vuestra tecnología para movernos a otros sistemas y nosotros os recompensaremos con lo que podamos encontrar allí. Pensadlo mi general, todo el universo a nuestros pies.

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